Queríamos celebrar bien, bien, bien el día del libro con nuestros clientes más bajitos. Buscamos a alguien que se metiese en todos los fregados y fuese pisando todos los charcos. Alguien pimpante, divertido y vibrante. En esas estábamos cuando nos topamos con la candidata ideal. Patri, La Chica Charcos, es simpática, explosiva y desternillante. Así que la llamamos, cogió su furgoneta y se plantó en nuestra puerta. Aparcó justo delante. Lo que siguió fue una hora de risas, canciones, poesías y cuentos contados sin prisas. Al caer la tarde se fue, dejándonos con muchas ganas de volverla a ver.
